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¿Tiene problemas con el tacto?

mayo de 2024

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¿Tiene problemas con el tacto?

Sintiendo su mundo

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Ilustración de una persona tendiendo la mano.

Los sentidos le permiten experimentar el mundo. La vista, el gusto, la audición o incluso el olfato podría ser el primer sentido que le venga a la mente. Pero no se olvide del tacto. Su sentido del tacto le ayuda a mantenerse a salvo de amenazas físicas y puede reforzar los vínculos sociales. También puede ser afectado por muchos problemas de salud.

“Su piel es, por mucho, su mayor órgano sensorial”, afirma el doctor Alexander Chesler, investigador científico del tacto de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés). “Abarca todo el cuerpo, y la precisión, la exactitud y la velocidad con que puede percibir el tacto es absolutamente extraordinaria”.

Sentir demasiado o muy poco mediante el tacto puede afectar a la calidad de vida. En la última década, los investigadores científicos han avanzado mucho en la comprensión del funcionamiento del tacto. Ahora utilizan esta información para ayudar a enfrentar el dolor y otros problemas de salud en los que el sentido del tacto puede volverse en su contra.

Del placer al dolor

Las células nerviosas de la piel son las primeras en percibir el tacto. Envían impulsos eléctricos a la médula espinal, que transmite la señal al cerebro.

Cada célula nerviosa puede responder con un nivel diferente de sensibilidad a distintos tipos de sensaciones. Algunas células nerviosas de la piel perciben cosas que duelen, como un pellizco o un objeto afilado. Otras captan sensaciones como el calor, el frío o el ardor de los alimentos picantes, como el ají o chile. La piel también está recubierta de terminaciones nerviosas que perciben distintos tipos de fuerza, como la presión o el estiramiento.

Los investigadores científicos están empezando a descubrir el modo en que las células nerviosas que detectan la presión afectan a las sensaciones que se perciben en todo el cuerpo, y lo que ocurre si se dañan. Por ejemplo, recientemente los investigadores científicos descubrieron una proteína que activa la sensación de tacto suave. Se denomina PIEZO2. Las personas que nacen con una afección infrecuente en la que carecen de la proteína PIEZO2 tienen dificultades para sentir ciertos tipos de sensaciones ligeras en la piel, como las vibraciones. También tienen problemas para percibir la posición de sus cuerpos cuando tienen los ojos cerrados.

Chesler y otros investigadores científicos han descubierto que la PIEZO2 también desempeña un papel en la sensación sexual. La proteína también se encuentra en muchos órganos del cuerpo. Los investigadores científicos ahora están tratando de averiguar qué hacen internamente estos receptores táctiles. Por ejemplo, podrían ayudar a generar las ganas de orinar al percibir la presión en la vejiga llena.

“En realidad, el tacto tiene que ver con la piel. Sin embargo, si se mira debajo de la piel, existen una serie de fuerzas mecánicas que usted siente en cada uno de los tejidos de su cuerpo”, explica Chesler.

Los investigadores han descubierto que la señal que la proteína PIEZO2 envía al cerebro a veces se descontrola. En una afección denominada alodinia táctil, la sensación de tacto suave se vuelve dolorosa. Un ejemplo es cuando se daña la piel, como pasa debido a una quemadura solar. El dolor suele desaparecer cuando la piel se cura. Sin embargo, en algunas personas no desaparece y experimentan dolor crónico.

“Hemos descubierto que la proteína PIEZO2 es absolutamente esencial para generar este tipo de dolor”, señala Chesler. En este momento, su equipo está buscando fármacos que puedan bloquear la PIEZO2 en la piel y al mismo tiempo permitir que actúe en otras partes del cuerpo.

De la piel al cerebro

Una vez que las sensaciones táctiles salen de las células nerviosas de la piel, pueden alterarse de distintas formas antes de llegar al cerebro. Entender cómo ocurre esto es tan importante como comprender lo que ocurre en la piel, explica Chesler.

“Si podemos comprender estos principios básicos sobre el funcionamiento del tacto y del dolor, podremos encontrar nuevas formas de intervenir para detener el dolor”, afirma.

“También queremos saber lo siguiente: ¿cómo transforma el cerebro toda esta información física en algo que podamos interpretar?”, agrega el doctor Jerry Chen, neurocientífico de la Universidad de Boston.

Su laboratorio utiliza tecnologías de imagen para seguir la actividad de células nerviosas individuales en ratones vivos. Esto permite observar cómo se procesan los mensajes táctiles y cómo se desplazan por el cuerpo hasta llegar al cerebro. Su equipo espera que esto le ayude a comprender cómo sensaciones como el tacto placentero se procesan de forma diferente al dolor. Los investigadores científicos también han descubierto recientemente un tipo de célula cerebral que parece desempeñar un papel importante en nuestros recuerdos del tacto.

“Hay aspectos físicos del mundo que nunca cambian, como que el vidrio es liso o que el papel de lija es áspero”, indica Chen.

Este tipo de recuerdos nos ayuda a procesar más rápidamente otros aspectos de nuestro entorno. Permite a nuestro cerebro centrarse en lo inesperado, como la sensación de algo afilado sobre lo que debería ser una superficie lisa. Esto, a su vez, nos ayuda a mantenernos a salvo.

Resolver problemas táctiles

Ciertas problemas físicos y mentales pueden afectar al sentido del tacto. “Muchos trastornos neurológicos, como los accidentes cerebrovasculares o el autismo, pueden afectar a la forma en que procesamos la información sensorial”, explica Chen.

Después de un accidente cerebrovascular, algunas personas podrían perder la capacidad de procesar el tacto. Una persona con autismo, en cambio, podría sentirse abrumada por el tacto.

“Si podemos identificar ciertos nodos de la red táctil que intervienen en estas experiencias, tendremos un punto de acceso para cambiar la forma en que se procesa el tacto”, afirma Chen.

Una mejor comprensión del tacto, desde la piel hasta el cerebro, conducirá a nuevos enfoques terapéuticos. También podría dar lugar a extremidades artificiales que se sienten de forma más realista. Por ejemplo, un campo de investigación denominado háptica examina las conexiones entre los seres humanos y las máquinas.

Los investigadores científicos de la háptica están intentando crear formas de transmitir información desde dispositivos electrónicos a nuestras células nerviosas táctiles, y viceversa. Esto podría ayudar a desarrollar extremidades artificiales que funcionen y perciban el tacto como partes reales del cuerpo, señala Chesler.

Los investigadores científicos también están estudiando cómo nuestras emociones al sentido del tacto. “El contexto en el que se produce el tacto es muy importante”, afirma Chesler. “Que un amigo le masajee los hombros se siente muy bien. Pero ¿qué sucede si lo hace un desconocido en el metro? Eso no es tan genial”.

Según Chesler, comprender cómo interactúan el tacto y las emociones podría ayudar a entender mejor los problemas de salud como el dolor crónico.

Si tiene dolor u otros problemas relacionados al tacto, hable con su proveedor de atención médica. Puede ayudarlo a encontrar formas de percibir el mundo de un modo más cómodo.

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