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Su hígado rinde

marzo de 2014

Artículo destacado

Su hígado rinde

Protéjalo de los daños

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Caricatura de un hígado sonriente junto al estómago y los intestinos en el cuerpo.

Su hígado trabaja duro para proteger su salud. Es un órgano robusto y fuerte. Pero ciertas cosas — como el alcohol, las drogas, los virus y el exceso de peso — pueden dañarlo. Usted podría no darse cuenta que su hígado está luchando, porque la enfermedad hepática por lo general no muestra síntomas hasta que el problema se convierte en un problema grave. Ayude a su hígado a proteger su salud evitando las cosas que pueden causarle daño.

El hígado es el órgano más grande en su cuerpo. Es aproximadamente del tamaño de una pelota de fútbol americano ​​y se encuentra justo debajo de las costillas en el lado derecho de su estómago.

"El hígado realiza un sorprendente conjunto de funciones que lo mantienen a usted saludable", señala el Dr. Jake Liang, un especialista en hígado e investigador de los NIH.

El hígado ayuda a combatir las infecciones. Limpia la sangre eliminando los residuos naturales de su cuerpo y otras sustancias nocivas, como el alcohol y las drogas. "El hígado también transforma los alimentos que usted come en energía y nutrientes que su cuerpo puede utilizar y regula cómo dichos nutrientes fluyen hacia las diferentes partes del cuerpo cuando es necesario", señala Liang.

El hígado puede seguir trabajando incluso si una parte está dañada o es extirpada. Pero si empieza a dejar de funcionar por completo — una condición conocida como insuficiencia hepática — usted puede sobrevivir sólo por un día o dos, a menos que se someta a un tratamiento de emergencia.

Muchas cosas pueden afectar la función hepática. Algunos problemas del hígado son heredados de los padres, algunos son causados por un virus (ciertos tipos de hepatitis) y algunos están relacionados con su comportamiento. Algunas enfermedades hepáticas desaparecen por sí solas. Otras pueden durar toda la vida y causar graves dolencias.

Aunque la enfermedad hepática con frecuencia no presenta síntomas, las señales de advertencia pueden incluir hinchazón en el abdomen, náuseas, picazón o ictericia (un tinte amarillo en la piel y la parte blanca de los ojos).

Los NIH apoyan a una gran red de investigación que funciona en todo el país para aprender más sobre las enfermedades del hígado. Por ejemplo, hay equipos de científicos en todo el país que se han unido para estudiar los trastornos hepáticos raros y a menudo mortales que atacan a los recién nacidos y a los niños mayores.

"Las redes de investigación son importantes porque ningún centro médico tiene la cantidad suficiente de pacientes con enfermedades raras como para hacer un estudio riguroso o probar nuevos tratamientos", señala el Dr. Edward Doo, un experto de los NIH en enfermedades del hígado. "Con esta gran red pediátrica podemos combinar los esfuerzos y la experiencia de muchos centros clínicos que se especializan en enfermedades hepáticas infantiles raras".

Otros estudios de los NIH se centran en un tipo cada vez más común de trastorno hepático — conocido como enfermedad del hígado graso — que afecta a niños y adultos. Un hígado sano contiene sólo un poco de grasa o nada en absoluto. Pero el exceso de acumulación de grasa en las células del hígado puede causar inflamación y daños. Con el tiempo, el exceso de grasa puede provocar cirrosis, cáncer de hígado e incluso insuficiencia hepática.

"Las estimaciones varían, pero 2 estudios distintos realizados en la última década sugieren que alrededor del 30% al 45% de los estadounidenses sufren de exceso de grasa en el hígado", señala el Dr. Yaron Rotman, especialista de los NIH en la enfermedad del hígado graso. "También se está transformando en un gran problema para los niños y los adolescentes".

Beber demasiado alcohol puede causar la enfermedad del hígado graso. No obstante, a un número creciente de personas que consumen poco o nada de alcohol también se les ha diagnosticado hígado graso. "El aumento parece estar ligado a la epidemia de obesidad que sufre el país", señala Doo.
Los estudios sugieren que la enfermedad del hígado graso también afecta aproximadamente a 1 de cada 10 niños a nivel nacional. Al igual que los adultos, la mayoría de los niños con enfermedad de hígado graso sufren de sobrepeso y son resistentes a la insulina, una hormona crucial que regula la energía.

En su fase inicial, la enfermedad del hígado graso generalmente no presenta síntomas. A menudo se detecta por primera vez mediante los análisis de sangre para la función hepática. Sin embargo, estos exámenes no pueden diferenciar entre la acumulación leve de grasa y los daños más graves. Además, algunas personas con hígado graso presentan resultados normales en sus análisis de sangre. La única manera segura de diagnosticar la gravedad de la enfermedad del hígado graso es haciendo una biopsia del hígado. Para esta prueba, el médico inserta una aguja fina a través de la piel hasta el hígado para extraer una pequeña cantidad de tejido para su análisis.

Los científicos financiados por los NIH están buscando maneras más simples de medir la gravedad de la enfermedad del hígado graso. También están realizando estudios clínicos para evaluar los posibles tratamientos. Actualmente no hay medicamentos aprobados para el hígado graso ni para su variante más severa llamada NASH o esteatohepatitis no alcohólica.

"Para tratar la enfermedad del hígado graso se recomiendan los siguientes cambios en el estilo de vida: La pérdida de peso para las personas que sufren de sobrepeso, ejercicio, y una dieta saludable para reducir la grasa", señala Rotman. "En muchos pacientes, sólo una reducción del 5al 8% en el peso corporal se traducirá en una gran mejora del daño hepático". En las personas con hígado graso relacionado con el alcohol, dejar de consumir alcohol puede revertir o prevenir las lesiones hepáticas.

Otro tipo común de enfermedad del hígado — conocida como hepatitis viral — puede ser causada por al menos 5 virus diferentes, llamados de la hepatitis A, B, C, D y E. Estas infecciones pueden dañar el hígado y evitar que funcione correctamente.

"En conjunto, aproximadamente el 20% de las personas a nivel global pueden verse afectadas por una infección causada por el virus de la hepatitis", señala Liang. "Es un problema de salud pública". Los tipos de hepatitis más comunes en los Estados Unidos son la hepatitis A, B y C.

Cada virus de la hepatitis causa una forma diferente de enfermedad hepática. Todos los virus pueden desencadenar una hepatitis aguda o una de corta duración. La hepatitis B, C y D también pueden causar hepatitis crónica, en la que la infección dura un largo tiempo, a veces toda la vida.

Las personas se exponen frecuentemente a los virus de la hepatitis A y E que se encuentran en los alimentos o aguas contaminadas. "Los otros virus de hepatitis a menudo pasan a través de algún tipo de ruptura en la piel, a veces por inyecciones o por contacto con la sangre u otros fluidos corporales", añade Liang. La hepatitis B, C, y D se pueden propagar a través del contacto sexual.

Debido a que muchas de las personas infectadas presentan pocos síntomas, es posible que no se den cuenta de que tienen hepatitis viral. Pueden propagar la infección a otras personas sin saberlo.

A menudo se trata la hepatitis viral con medicamentos antivirales. Las infecciones por hepatitis A, B, y D se pueden prevenir con vacunas. Practicar una buena higiene, como lavarse las manos y evitar el contacto con sangre infectada, también puede ayudar a bloquear la propagación de la hepatitis viral.

Otro tipo potencialmente peligroso de enfermedad hepática puede ser causada por ciertos medicamentos o suplementos. "Es importante estar conscientes de que una gran cantidad de medicamentos pueden causar daño hepático", señala Liang. "Esto puede ser un problema sobre todo para las personas que toman distintos medicamentos".

Tomar demasiado acetaminofén (Tylenol) es la causa más común de insuficiencia hepática repentina. "Es particularmente peligroso mezclar el alcohol con paracetamol o con ciertos medicamentos", añade Liang. Hable con su médico o farmacéutico acerca de todos los medicamentos que está tomando y sobre cómo pueden afectar su hígado.

Mantenga un peso saludable, manténgase físicamente activo y limite su consumo de alcohol. Mantenga su hígado sano y éste le protegerá de por vida.

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