U.S. flag

Un sitio oficial del Gobierno de Estados Unidos

Control del dolor

noviembre de 2018

Artículo destacado

Control del dolor

Más allá de los opioides

Image
Ilustración de un hombre sosteniéndose el cuello con dolor mientras habla con un médico

La mayoría de las personas experimentan algún tipo de dolor durante sus vidas. El dolor tiene un propósito importante: advierte al cuerpo cuando está en peligro. Piense, por ejemplo, cuando toca una estufa caliente con la mano. Sin embargo, el dolor continuo causa angustia y afecta la calidad de vida. El dolor es la razón principal por la que la gente acude a un médico.

A menudo se usa una clase de medicamentos llamados opioides para tratar el dolor. Una razón de esto es que los opioides funcionan bien para muchas personas, explica el Dr. Michael Oshinsky, experto en dolor de NIH. Los opioides pueden impedir que el cuerpo procese el dolor en muchos niveles, desde la piel hasta el cerebro. Dado que funcionan en todo el cuerpo, dice, "los opioides pueden ser muy efectivos para varios tipos de dolor".

Sin embargo, los opioides también producen sentimientos de felicidad y bienestar. Y sirven como refuerzo: cuanto más uno los toma, más los anhela. Esto puede llevar a la adicción o a seguir tomando opioides a pesar de las consecuencias negativas. Los científicos aún no han podido desarrollar opioides que reduzcan el dolor sin producir estos efectos adictivos, explica Oshinsky.

Cuanto más tiempo tome una persona los opioides, más necesitará tomar para obtener el mismo efecto. Esto se llama tolerancia. Que uno tenga una alta tolerancia no necesariamente significa que se volverá adicto. Sin embargo, tomar dosis más altas de opioides aumenta el riesgo de adicción y sobredosis.

En la actualidad, Estados Unidos está en una crisis de opioides. Todos los días, más de 100 estadounidenses mueren de una sobredosis de opioides. Este número incluye muertes por opioides recetados.

"No necesitamos 'mejores' opioides. Necesitamos alejarnos de la dependencia de los opioides para desarrollar tratamientos para el dolor”, explica Oshinsky.

NIH está financiando la investigación de formas nuevas y más precisas para tratar el dolor. También está trabajando para desarrollar nuevos tratamientos para combatir el uso indebido de opioides y la adicción.

Los opioides no siempre son necesarios

Los opioides a menudo se prescriben para dolores agudos. El dolor agudo es el dolor a corto plazo, el tipo de dolor que se experimenta después de un accidente o una operación. Pero otras drogas pueden ser igual de efectivas para el dolor agudo, incluso después de una cirugía, explica la Dra. Dena Fischer, experta en salud dental de NIH. Algunos de estos medicamentos, como el paracetamol o el ibuprofeno, no requieren receta.

Algunos pueden pensar que los medicamentos recetados funcionan mejor para el dolor agudo. Sin embargo, a menudo ese no es el caso, explica Fischer. Probar primero con algo distinto a un opioide puede ser especialmente importante para controlar el dolor agudo en campos como la odontología, agrega.

Muchas personas que reciben recetas de opioides por parte de dentistas son adolescentes o adultos jóvenes a los que nunca se les ha recetado un opioide.

"La investigación está comenzando a decirnos que las personas que reciben recetas de opioides en la adolescencia tienden a continuar tomando opioides con fines no médicos a largo plazo", afirma Fischer.

Hoy en día se alienta a los proveedores de atención médica que recetan opioides a sus pacientes a que administren solo unas pocas píldoras a la vez. Las personas que reciben recetas más cortas tienen menos probabilidades de hacer un mal uso de las píldoras al tomar más de lo prescrito o al seguir tomándolas una vez que el dolor haya desaparecido. Esto también reduce la posibilidad de que otros puedan tomar las píldoras.

Cuando el dolor es crónico

Controlar el dolor crónico es más complicado que tratar el dolor agudo. Solo en los EE. UU., más de 25 millones de personas viven con dolor crónico, un dolor que dura más de tres meses.

El dolor crónico puede ser producto de muchas cosas. Por ejemplo, dice Oshinsky, un músculo dañado en un accidente puede curarse con relativa rapidez. Pero si también hay un nervio dañado, puede que este continúe enviando señales de dolor mucho después de que el cuerpo haya reparado el músculo.

Otros tipos de dolor crónico son impulsados por cambios cerebrales, explica el Dr. David Williams, un investigador del dolor financiado por los NIH en la Universidad de Michigan. Cuando ocurren estos cambios, el cerebro continúa percibiendo dolor a pesar de que la lesión se ha curado.

Para las personas con este tipo de dolor crónico, a veces llamado dolor central, los opioides y algunos otros tipos de analgésicos pueden empeorar el dolor.

Las investigaciones han demostrado que las terapias de conversación, como la terapia cognitiva conductual, pueden ayudar a muchas personas que sufren dolor central crónico. Estos tipos de terapias "enfatizan el comportamiento o el pensamiento de diferentes maneras que alteran la percepción del dolor", explica Williams. "El dolor es una combinación de una experiencia sensorial y emocional".

La terapia cognitiva conductual también puede ayudar a las personas con dolor crónico a manejar problemas de salud relacionados, como los problemas para dormir, el cansancio o la dificultad para concentrarse. Esto puede aumentar la calidad de vida de las personas que sufren dolor crónico. También puede tener efectos superpuestos.

"El procesamiento del dolor, el sueño, el pensamiento y el estado de ánimo comparten los mismos neurotransmisores en el cerebro", explica Williams. "Entonces, al mejorar un aspecto, como el sueño, también se mejora con respecto al dolor".

Los medicamentos que no son opioides también pueden ayudar a algunas personas con dolor crónico, afirma Oshinsky. Muchos de estos medicamentos se desarrollaron por primera vez para tratar diferentes afecciones de salud, como convulsiones, depresión o ansiedad. Pero también pueden cambiar la forma en que el cerebro procesa el dolor.

Algunas personas se benefician de los dispositivos que estimulan los nervios directamente para bloquear las señales de dolor que llegan al cerebro, agrega Oshinsky. Los diferentes dispositivos pueden funcionar en diferentes partes del sistema nervioso, desde los nervios de la piel hasta la médula espinal.

También se ha demostrado que las personas que experimentan ciertos tipos de dolor se benefician con el ejercicio, la acupuntura, la terapia de masaje o el yoga.

Expansión de las opciones

Las alternativas a los opioides que tenemos hoy en día no sirven para todos los dolores. Tener más opciones de tratamiento sin opioides y no adictivas podría ayudar a reducir la cantidad de opioides que se recetan cada año.

Recientemente, NIH lanzó la Iniciativa de asistencia para terminar con la adicción a largo plazo (HEAL, Helping to End Addiction Long-Term) para abordar la escasez de medicamentos efectivos para el dolor crónico y otros problemas que contribuyen a la crisis de los opioides.

Algunas de las investigaciones financiadas por HEAL se centrarán en comprender cómo se desarrolla el dolor crónico. Una mejor comprensión de la manera en que el dolor agudo se vuelve crónico podría revelar nuevos objetivos de tratamiento.

Los investigadores financiados por HEAL también esperan aprender cómo predecir quién desarrollará dolor crónico a causa del dolor agudo. Esta información podría usarse para guiar el manejo temprano del dolor, explica Oshinsky. HEAL también financiará la investigación de nuevos tratamientos para el abuso de opioides y la adicción.

El hecho de contar con más opciones para el manejo del dolor podría ayudar a los médicos a personalizar mejor el tratamiento del dolor. "Podría ser más bien como una medicina de precisión, donde se intenta identificar qué tipo del dolor experimenta el paciente y luego relacionar los tratamientos que tenemos disponibles según las necesidades de ese paciente", explica Williams.

Subir