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Moldee los hábitos de su familia

febrero de 2013

Edición especial: Crianza saludable

Moldee los hábitos de su familia

Ayude a los niños a tomar decisiones saludables

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Ilustración de un padre y su hija saltando la cuerda.

Existen muchas cosas que pueden influenciar a un niño, entre ellas sus amigos, profesores o las cosas que ven cuando se sientan delante de la televisión o la computadora. Si usted es padre, sabrá que su conducta diaria juega un papel importante en lo que respecta a formar el comportamiento de los niños. Con su ayuda, los niños pueden aprender a desarrollar hábitos alimenticios y de actividad física saludables que perduren por el resto de sus vidas.

La actividad física y una alimentación saludable son fundamentales para los niños de cualquier edad. “La actividad física y la buena nutrición son importantes para desarrollar huesos y músculos fuertes y para sentirse bien con uno mismo”, explica la Dra. Lynne Haverkos, especialista del NIH en desarrollo infantil. “Ciertas investigaciones sugieren que la actividad física puede, incluso, mejorar las funciones intelectual y cognitiva de los niños”.

Además, una buena alimentación y mantenerse activo pueden prevenir el exceso de peso y la obesidad infantil, una inquietud cada vez mayor en Estados Unidos. En la actualidad, aproximadamente 1 de cada 3 niños en los Estados Unidos tiene sobrepeso o es obeso. “Tener sobrepeso estresa mucho las articulaciones, los músculos, los huesos y el corazón, y aumenta el riesgo de ciertas enfermedades”, cuenta Haverkos. “También hemos descubierto que los niños pequeños con sobrepeso tienen más probabilidades de seguir teniendo sobrepeso en la escuela, la secundaria y como adultos. Por eso es importante tomar medidas lo antes posible”.

Si bien la mayoría de las personas sabe que comer alimentos saludables y moverse más es una buena idea, no siempre es fácil lograrlo. Es poco probable que los niños modifiquen sus hábitos de dieta y de actividades por su cuenta. Es responsabilidad de los padres lograr que a la familia le sea más fácil tomar decisiones más saludables.

“Los padres son muy importantes en lo que respecta a determinar un entorno y armar un modelo de comportamiento saludable o no saludable”, cuenta el Dr. Leonard H. Epstein, experto en obesidad infantil de la Universidad de Buffalo (University of Buffalo). “Los padres son los que llevan los alimentos a la casa. Ellos controlan cuánto tiempo los niños miran televisión. También controlan qué tipos de actividades sociales se combinan con qué alimentos. Los niños aprenden mucho sobre actividad física y alimentación al ver e imitar a sus padres.

La investigación de Epstein demuestra lo importante que pueden ser los padres. En un trabajo financiado por el NIH, su equipo asignó niños obesos, de entre 8 y 12 años, a distintos tipos de programas para la pérdida de peso. A todos estos grupos se les enseñó sobre una dieta y comportamientos saludables, y ejercicio. En algunos grupos, solo se dio aliento y refuerzo positivo para la pérdida de peso y la modificación del comportamiento a los niños. Otros grupos se concentraron tanto en el niño como en el padre obeso. Los grupos de comparación recibieron pocos comentarios.

Los investigadores descubrieron que cuando los niños trabajaban en conjunto con sus padres obesos, ambos lograban resultados de pérdida de peso y de cambios saludables más satisfactorios. “Nuestros estudios sugieren que el trabajo en conjunto de la familia beneficia al niño”, cuenta Epstein. “Incluso 10 años después, cuando estos niños ya tenían entre 18 y 22 años, quienes habían trabajado junto con sus padres habían perdido más peso y habían conservado la pérdida de peso que los que habían sido tratados por su cuenta y, obviamente, más que los grupos de comparación.”

Con el paso del tiempo, los investigadores observaron que más padres comenzaron gradualmente a recuperar el peso perdido. Sin embargo, después de 10 años, más del 40 % de los niños que habían trabajado junto con sus padres mantuvieron una reducción de peso de, al menos, 20 %. “Los hallazgos sugieren que incluso si los padres vuelven a sus viejos comportamientos, los niños no lo harán”, explica Epstein.

Si bien nunca es demasiado tarde para comenzar a realizar cambios saludables en la familia, la investigación sugiere que mientras a más temprana edad los niños aprendan comportamientos saludables, mejor será.

La Dra. Julie Lumeng, pediatra de la Universidad de Michigan (University of Michigan), ha centrado su investigación financiada por el NIH en los factores que afectan los comportamientos alimenticios de los niños pequeños, en particular lactantes y niños de preescolar. Es una edad ideal para comenzar a exponer a los niños a una variedad de alimentos sanos, como las frutas y los vegetales, para que comiencen a agradarles.

Que a los niños pequeños les gusten las frutas y los vegetales puede ser todo un desafío, pero algunos padres se dan por vencido muy rápido cuando un niño los rechaza. La investigación alude a que mientras más veces se les ofrezca un alimento, más probable será que el niño se entusiasme con él. “Generalmente, los niños deben probar un alimento entre 9 y 15 veces para que comience a gustarles”, dice Lumeng.

Si a su hijo no le gusta un alimento nuevo inmediatamente, siga pensando en positivo e intentando. El simple hecho de alentarlos a que prueben un bocado puede ayudar. Sin embargo, evite crear conflictos y estrés por ello. “En general, probar un alimento nuevo puede ser algo que entusiasma y también estresa”, dice Lumeng. “Varios estudios muestran que es más probable que un niño pruebe un alimento nuevo si está comiendo en un ambiente placentero y relajante”.

Los niños menores de 3 años tienden a dejar de comer por su cuenta cuando están satisfechos. “Sin embargo, pasados los 3 años”, explica Lumeng, “mientras más alimentos coloque uno en sus platos, más comerán”. Así que asegúrese de dar a sus niños porciones adecuadas para niños.

Aproveche para enseñar a los niños pequeños sobre la sensación de saciedad. “Si su hijo pregunta por otra porción, en lugar de decirle ”No, hijo, ya comiste suficiente“, intente con algo como ”Parece que tienes mucha hambre hoy“, para que tome conciencia de su estado”, recomienda Lumeng. “O, cuando deja de comer, diga ”Debes estar satisfecho ya“, para ayudar con la enseñanza sobre el hambre y la sensación de saciedad”.

Diversos estudios demuestran que los padres pueden influenciar eficazmente los comportamientos saludables si hablan de manera positiva o si evitan ciertas situaciones por completo. “En lugar de decirle al niño ”No, no puedes comer más galletas“, simplemente no tenga galletas en la casa”, dice Lumeng.

Cuando se introducen alimentos poco saludables y bebidas con azúcar en una casa, “los padres básicamente se convierten en una policía de alimentos”, agrega Epstein. “Es más fácil crear un ambiente en el hogar donde haya acceso limitado a alimentos poco saludables y mucho acceso a alimentos saludables”.

Los expertos recomiendan que la mayoría de los niños practiquen al menos una hora de actividad física moderada o enérgica por día. Los padres pueden ayudar al limitar el tiempo que se pasa frente a la televisión o computadora a no más de una o dos horas por día.

“Pequeños cambios en el ambiente del hogar también pueden tener un gran efecto en la actividad física”, cuenta Epstein. Puede hacer que elementos deportivos como pelotas y sogas para saltar estén más accesibles al dejarlos cerca de la puerta. Caminar rápido, andar en bicicleta, saltar la cuerda y jugar al básquetbol, al fútbol o a la rayuela son todas buenas formas de que un niño se mantenga activo.

Cuando se trata de alimentos y actividad física, lo que diga y haga alrededor de los niños puede tener un efecto duradero. Trabajen en conjunto como familia para hacer que los hábitos saludables sean fáciles y divertidos.

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