En la diabetes de tipo 1, el cuerpo ataca y destruye por error determinadas células del páncreas. Normalmente, estas células producen una molécula llamada insulina. Sin insulina, el azúcar (glucosa) se acumula en la sangre. Esto puede causar graves problemas de salud.

Los tratamientos actuales de la diabetes de tipo 1 incluyen análisis frecuentes de glucosa en sangre e inyecciones de insulina. Sin embargo, los investigadores han estado trabajando en un nuevo enfoque denominado sistemas de páncreas artificial. Estos sistemas automatizados contienen un medidor de glucosa en sangre y una bomba de insulina. El medidor proporciona información constante a la bomba. La bomba suministra insulina al organismo cuando es necesario.

Estudios anteriores han demostrado que estos sistemas funcionan bien en adultos y niños mayores. Los científicos probaron un sistema de páncreas artificial en 68 niños de 2 a 5 años con diabetes de tipo 1. Compararon sus niveles de glucosa en sangre con los de 34 niños que recibían tratamiento estándar.

Después de tres meses, los niños con el páncreas artificial mostraban niveles de glucosa en sangre más estables que los niños que recibían la atención estándar. El control de la glucosa en sangre mejoraba unas tres horas más al día. Los beneficios eran mayores durante la noche, cuando los niños dormían.

“Los sistemas de páncreas artificial pueden mejorar el control de la glucosa en sangre durante todo el día en estos jóvenes pacientes”, afirma el Dr. Guillermo Arreaza-Rubín, experto en diabetes de los NIH. “Esto podría ayudar a aliviar las preocupaciones sobre los efectos a largo plazo de la diabetes tipo 1 en la salud de los niños”.

Se necesitan más estudios para comprobar la eficacia del sistema de páncreas artificial en niños pequeños durante períodos prolongados.