Si comienza a ver cambios en la forma en que un ser querido menor de 60 años actúa, habla o se mueve, es posible que no piense en la demencia como una causa. La demencia es una pérdida del pensamiento, la memoria y el razonamiento que afecta seriamente sus actividades diarias. Es más frecuentes en adultos mayores. Pero un grupo de demencias llamadas trastornos frontotemporales, o FTD, ocurre con mayor frecuencia en personas de 45 a 64 años.

“Muchas personas con FTD comienzan a tener síntomas en la flor de su vida”, dice el Dr. Bradley Boeve, investigador de FTD en Mayo Clinic.

El FTD es raro. A veces se presenta en familias y se puede heredar a través de ciertos genes. Pero en la mayoría de los casos, la causa no se conoce.

Las personas con FTD tienen una acumulación de ciertas proteínas en las células cerebrales llamadas neuronas. Esto daña las células y finalmente hace que mueran. Los síntomas dependen de dónde las proteínas dañan el cerebro.

Los síntomas más comunes de FTD son cambios en el comportamiento y la personalidad. Pero algunas personas con FTD pueden desarrollar problemas con el habla y el lenguaje, llamados afasia. El FTD también puede causar problemas de movimiento (consulte el cuadro Decisiones inteligentes para conocer más síntomas).

El FTD puede ser difícil de diagnosticar. “Cuando surgen los síntomas, es muy común que se sospeche que la causa son otros trastornos o circunstancias de la vida”, dice Boeve. Las causas pueden incluir el uso de sustancias o ciertos trastornos de salud mental, como depresión o psicosis.

“Los síntomas también pueden tener fluctuaciones al principio”, dice Boeve. “Alguien puede actuar de manera muy extraña, y luego las cosas pueden ser normales durante semanas o meses”. Pero los síntomas empeoran y se vuelven más consistentes con el tiempo.

Los análisis de sangre o las pruebas de diagnóstico por imágenes, como la IRM o la TEP, a veces pueden detectar ciertos signos de FTD. “Pero algunas personas con FTD leve pueden tener resultados normales en muchas de estas pruebas”, dice Boeve. Si se sospecha un FTD, hablar con un proveedor de atención médica que tenga experiencia con FTD puede ayudar con un diagnóstico.

Las personas con FTD suelen vivir de seis a ocho años. No hay cura, pero algunos síntomas se pueden controlar. Ciertos medicamentos antidepresivos pueden ayudar a algunos pacientes con síntomas de salud mental, como apatía, estado de ánimo deprimido o irritabilidad. “También pueden ayudar a frenar los comportamientos inapropiados”, explica Boeve. La terapia del habla se utiliza para algunos tipos de afasia. La fisioterapia puede ayudar con algunos problemas de movimiento.

“Pero el pilar del manejo es la educación y el empoderamiento para los miembros de la familia”, dice Boeve. Esto incluye aprender formas de mantener seguro el entorno del hogar, controlar el comportamiento del ser querido y prevenir el agotamiento del cuidador.

El equipo de Boeve y otros investigadores financiados por los NIH están trabajando para desarrollar mejores pruebas y tratamientos para la FTD. Recientemente, un estudio realizado por Boeve y otros descubrió que el ejercicio ralentizaba la progresión del FTD en personas con una forma hereditaria de la afección. “Para aquellos que eran más activos físicamente, su tasa de declive fue más lenta”, dice.

“Aún no contamos con terapias drásticas”, agrega Boeve, “pero hemos aprendido tanto sobre la FTD en los últimos tres a cinco años que existe una verdadera esperanza. Además, hay varios ensayos clínicos actualmente en curso o en desarrollo para personas con FTD”.